sábado, 23 de enero de 2010

¿Ley de los hombres o ley de los dioses?

Ensayo Creativo LM2
Español A1 NS

¿Ley de los hombres o ley de los dioses?

Candidato: Daniela Cristina Alva Lesevic


Introducción:
Nos hemos visto en la necesidad de escribir esta editorial ante un acontecimiento que, creemos, necesariamente debe cambiar. Somos los estudiantes del último año de secundaria del colegio “San Fernando”; donde la coordinación académica ha prohibido, desde hace algunos años, la lectura de una tragedia griega representativa de su época: la Antígona, de Sófocles. Cuestionamos las razones de esta prohibición pues no nos parecen suficientemente contundentes. Por esta razón, decidimos averiguar el motivo de la censura y sólo nos han dado puntos de vista que, consideramos, están pasados de moda. Principalmente se basan en que un libro así podría generar un espíritu rebelde entre el alumnado y éste dejaría de obedecer el reglamento de nuestra preciada institución, creándose así una especie de anarquía. Esta afirmación provocó gran curiosidad entre nosotros, razón por la cual leímos el libro. Lo consideramos de suma importancia, porque no está lejos de cualquiera de nosotros. Los alumnos de este plantel pueden, de acuerdo con las circunstancias, convertirse en personas que se ven en la necesidad de defender sus ideas y creencias. Por ende, es necesario que sepan que las leyes humanas no pueden ir en contra de las leyes divinas, plasmadas de alguna manera en los derechos humanos que el hombre actual defiende en cualquier lugar del mundo. Este hecho se ve reflejado en la pieza teatral cuando Creonte, el nuevo rey de Tebas, prohíbe enterrar a Polinices, hermano de Antígona; no obstante, ella se siente en la obligación de ofrecerle los ritos funerarios, como dicta la ley divina, y así lo hace. Además Creonte es castigado con la muerte de varios de sus seres queridos por no respetar la prohibición de imponer una ley que va en contra de la ley divina.

Todo lo mencionado motivó nuestra decisión de publicar nuestra opinión en el periódico escolar “Mundo Estudiantil, lo que un estudiante necesita saber”, con el único fin de hacer reflexionar a las autoridades de nuestro colegio. Creemos que la censura de cualquier índole no es buena; las prohibiciones no dan buenos frutos y es mejor que nosotros, a través de la lectura, podamos analizar las situaciones, formar una opinión y sacar nuestras propias conclusiones. Por ello estamos deseosos de que nos den el permiso respectivo, para poder leer la tragedia en el transcurso del presente año escolar, a los alumnos que por última vez pisamos estas aulas.
¿Ley Divina o Ley de los Hombres?

§ El libro Antígona, de Sófocles, no muestra una simple rebeldía, sino cómo la ley humana nunca debería contradecir la ley de los dioses, la principal e inalienable.

En nuestro colegio, “San Fernando”, se ha prohibido desde hace varios años leer el libro Antígona de Sófocles, obra clásica de la literatura griega, pues se cree que provocaría actitudes de rebeldía contra el reglamento, acto similar al mostrado por Antígona ante la ley de Creonte. No obstante, creemos que esta tragedia no transmite ese mensaje, sino más bien cómo la ley divina, la ley de Dios, siempre está ante todo y que la ley humana nunca se debe oponer a ella, pues de ser así sólo ocasionará al hombre un mayor sufrimiento. Esto último nos lleva a establecer relaciones con la ética, en el sentido que nos muestra cómo la ley divina plasmada, en la actualidad, en los derechos humanos -tan de moda ahora- está sobre todo; y ni el hombre ni la sociedad pueden ir en contra de ellos. Esto nos permitirá, en el futuro, respetar a las personas que tengamos a nuestro cargo: en el caso de tener el poder, no abusar de ellas, y saber valorar la vida, tanto la nuestra como la ajena.

Sabemos que el plantel piensa así porque en el año 1974, cuando se consideraba como parte del plan lector del nivel secundario para los alumnos del cuarto año, sorpresivamente un alumno sostuvo que el reglamento del colegio iba en contra de la ley divina al obligarnos a usar uniforme, pues afirmaba que esta regla iba en contra de nuestro derecho a la libertad y nuestro individualismo; en otras palabras, esto era un atentado contra nosotros. Así pues, durante dos meses expuso sus ideas a los diferentes alumnos del colegio, encontró mayor acogida entre los miembros de su promoción, quienes le hicieron caso inmediatamente; las otras promociones se tomaron un poco más de tiempo. No obstante, el 18 de agosto de ese año, los alumnos empezaron a venir con ropa de calle y a desobedecer el reglamento. El personal del colegio intentó controlarlos por su cuenta, pero no pudo, por ello se vieron forzados a recurrir a un personal de seguridad, lo cual no fue fácil debido a que éste es un colegio que no tiene muchas facilidades económicas. El director Sebastián Rodríguez, se dedicó durante un mes a restablecer el orden, para ello, se vio en la necesidad de expulsar al alumno que inició este acto de protesta, castigó a los que lo apoyaron y los padres también fueron amonestados severamente por las autoridades del plantel.

En la actualidad esta tragedia clásica sigue prohibida por dicha razón; sin embargo, a lo largo de estos años las cosas han ido cambiando y dudamos que nuestra generación reaccione de manera irresponsable. Por ello, hemos decidido escribir esta editorial, para que esta obra vuelva a permitirse, esté en el plan lector de la escuela, levantándose el veto de años atrás. Nosotros hemos leído esta obra y no creemos que el reglamento del colegio vaya en contra de la ley de Dios. Sin embargo, si el director encontrara mal esta idea, por temor a que el acontecimiento de 1974 se vuelva a repetir, hemos pensado en una solución. Antes, nos gustaría hacer de su conocimiento que una de las razones por la cual no actuaríamos así, se debe a que en el curso de Persona, Familia y Relaciones Humanas, nos han enseñado que la libertad es muy diferente al libertinaje; la primera va de la mano con la obediencia y el respeto a los demás, por tal motivo sabemos que si el reglamento del colegio respeta todos nuestros derechos, nosotros debemos respetarlo, porque es parte de la disciplina y ayuda a mantener el orden entre el alumnado. Son varias las posibles soluciones que hemos tratado de encontrar para evitar un conflicto, aunque creemos que el ya mencionado curso brinda suficiente información y preparación.

Nuestra primera propuesta es que a la hora de ejecutar el plan lector y durante la clase, el profesor explique la temática de la obra; por ejemplo: la ley divina está sobre todo, pero no se deben desobedecer las leyes humanas, al menos que éstas vayan en contra de la primera y perjudiquen a las personas. La segunda propuesta es planificar debates organizados, donde se muestre claramente cómo el uniforme es una muestra de igualdad, no de discriminación: evita que un alumno se crea superior al otro y no suprime su libertad e individualidad, pues uno puede seguir ejercitándolas al obedecer el reglamento. La originalidad se puede manifestar en los días de asistencia con ropa de calle organizados por el colegio y fuera del horario escolar. Si logramos una participación plena de los alumnos y profesores, podremos decir que no se repetirá el incidente de 1974.

En conclusión, creemos, sin temor a equivocarnos, que la obra debe ser leída pues nos enseña cómo la ley divina siempre estará por encima de la humana, porque es parte de nuestra formación espiritual; pero que en último término se la debe respetar siempre y cuando no atente contra los derechos de uno o más individuos. Con el objeto de evitar interpretaciones equivocadas del texto, creemos que es conveniente que sea leído en clase y que el profesor responsable del curso guíe una buena y, sobretodo, crítica lectura del mismo. Por último, nos gustaría retomar las palabras pronunciadas por el señor director con motivo del inicio del año escolar: él sostuvo que eran los alumnos quienes hacían al colegio y quienes lo dirigían. Pues bien, queremos que ahora se nos escuche, ya que somos nosotros, los alumnos, quienes creemos conveniente que este libro sea leído.

C. E. P. L.
(Coordinación estudiantil del Plan Lector)

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